jueves, 27 de noviembre de 2014

Queda suspendida la visita al Madrid de los AUSTRIAS. Intentaremos que sea posible en la segunda evaluación.

martes, 21 de octubre de 2014

AUDIOLIBROS


La estatua del Príncipe Feliz se alzaba sobre una alta columna, desde donde se dominaba toda la ciudad. Era dorada y estaba recubierta por finas láminas de oro; sus ojos eran dos brillantes zafiros y en el puño de la espada centelleaba un enorme rubí púrpura. El resplandor del oro y las piedras preciosas hacían que los habitantes de la ciudad admirasen al Príncipe Feliz más que a cualquier otra cosa. "Es tan bonito como una veleta", comentaba uno de los regidores de la ciudad a quien le interesaba ganar reputación de hombre de gustos artísticos; "claro que en realidad no es tan práctico" agregaba, porque al mismo tiempo temía que lo consideraran demasiado idealista, lo que por supuesto no era.
"¿Por qué no eres como el Príncipe Feliz " le decía una madre afligida a su pequeño hijo que lloraba porque quería tener la luna. "El Príncipe Feliz no llora por nada".
"Mucho me consuela el ver que alguien en el mundo sea completamente feliz" murmuraba un hombre infortunado al contemplar la bella estatua.
"De verdad parece que fuese un ángel " comentaban entre ellos los niños del orfelinato al salir de la catedral, vestidos con brillantes capas rojas y albos delantalcitos.
"¿Y cómo saben qué aspecto tiene un ángel?" les refutaba el profesor de matemáticas, "¿Cuándo han visto un ángel?"
"Los hemos visto, señor. ¡Claro que los hemos visto, en sueños! " le respondían los niños, y el profesor de matemáticas fruncía el ceño y adoptaba su aire más severo. Le parecía muy reprobable que los niños soñaran.
Una noche llegó volando a la ciudad una pequeña golondrina. Sus compañeras habían partido para Egipto seis semanas antes, pero ella se había quedado atrás, porque estaba enamorada de un junco, el más hermoso de todos los juncos de la orilla del río. Lo encontró a comienzos de la primavera, cuando revoloteaba sobre el río detrás de una gran mariposa amarilla, y el talle esbelto del junco la cautivó de tal manera, que se detuvo para darle conversación.
"¿Puedo amarte?" le preguntó la golondrina, a quien no le gustaba andarse con rodeos. El junco le hizo una amplia reverencia.La golondrina entonces revoloteó alrededor, rozando el agua con las alas y trazando surcos de plata en la superficie. Era su manera de demostrar su amor. Y así pasó todo el verano.
"Es un ridículo enamoramiento" comentaban las demás golondrinas; "ese junco es desoladoramente hueco, no tiene un centavo y su familia es terriblemente numerosa". Efectivamente toda la ribera del río estaba cubierta de juncos. A la llegada del otoño, las demás golondrinas emprendieron el vuelo, y entonces la enamorada del junco se sintió muy sola y comenzó a cansarse de su amante. "No dice nunca nada" se dijo, "y debe ser bastante infiel, porque siempre coquetea con la brisa". Y realmente, cada vez que corría un poco de viento, el junco realizaba sus más graciosas reverencias. "Además es demasiado sedentario" pensó también la golondrina; "y a mí me gusta viajar. Por eso el que me quiera debería también amar los viajes".
"¿Vas a venirte conmigo?" le preguntó al fin un día. Pero el junco negó con la cabeza, le tenía mucho apego a su hogar.
"¡Eso quiere decir que sólo has estado jugando con mis sentimientos!" se quejó la golondrina. "Yo me voy a las pirámides de Egipto. ¡Adiós!" Y diciendo esto, se echó a volar.
Voló durante todo el día y, cuando ya caía la noche, llegó hasta la ciudad.
"¿Dónde podré dormir?" se preguntó. "Espero que en esta ciudad haya algún albergue donde pueda pernocta".
En ese mismo instante descubrió la estatua del Príncipe Feliz sobre su columna. "Voy a refugiarme ahí" se dijo. "El lugar es bonito y bien ventilado". Y así diciendo, se posó entre los pies del Príncipe Feliz.
"Tengo una alcoba de oro" se dijo suavemente la golondrina mirando alrededor. En seguida se preparó para dormir. Mas cuando todavía no había puesto la cabecita debajo de su ala, le cayó encima un grueso goterón. " ¡Qué cosa más curiosa!" exclamó. "No hay ni una nube en el cielo, las estrellas relucen claras y brillantes, y sin embargo llueve. En realidad este clima del norte de Europa es espantoso. Al junco le encantaba la lluvia, pero era de puro egoísta".
En ese mismo momento cayó otra gota.
"¿Pero para qué sirve este monumento si ni siquiera puede protegerme de la lluvia?" dijo. "Mejor voy a buscar una buena chimenea". Y se preparó a levantar nuevamente el vuelo.
Sin embargo, antes de que alcanzara a abrir las alas, una tercera gota le cayó encima, y al mirar hacia arriba la golondrina vio... ¡Ah, lo que vio!
Los ojos del Príncipe Feliz estaban llenos de lágrimas, y las lágrimas le corrían por las áureas mejillas. Y tan bello se veía el rostro del Príncipe a la luz de la luna, que la golondrina se llenó de compasión.
"¿Quién eres?" preguntó.
"Soy el Príncipe Feliz".
"Pero si eres el Príncipe Feliz, ¿por qué lloras? Casi me has empapado".
"Cuando yo vivía, tenía un corazón humano" contestó la estatua, "pero no sabía lo que eran las lágrimas porque vivía en la Mansión de la Despreocupación, donde no está permitida la entrada del dolor. Así, todos los días jugaba en el jardín con mis compañeros, y por las noches bailábamos en el gran salón. Alrededor del jardín del Palacio se elevaba un muro muy alto, pero nunca me dio curiosidad alguna por conocer lo que había más allá... ¡Era tan hermoso todo lo que me rodeaba! Mis cortesanos me decían el Príncipe Feliz, y de verdad era feliz, si es que el placer es lo mismo que la dicha. Viví así, y así morí. Y ahora que estoy muerto, me han puesto aquí arriba, tan alto que puedo ver toda la fealdad y toda la miseria de mi ciudad, y, aunque ahora mi corazón es de plomo, lo único que hago es llorar".
"¿Cómo?" se preguntó para sí la golondrina, "¿no es oro de ley?" Era un avecita muy bien educada y jamás hacia comentarios en voz alta sobre la gente.
"Allá abajo" siguió hablando la estatua con voz baja y musical "... allá abajo, en una callejuela, hay una casa miserable, pero una de sus ventanas está abierta y dentro de la habitación hay una mujer sentada detrás de la mesa. Tiene el rostro demacrado y lleno de arrugas, y sus manos, ásperas y rojas, están acribilladas de pinchazos, porque es costurera. En este momento está bordando flores de la pasión en un traje de seda que vestirá la más hermosa de las damas de la reina en el próximo baile del Palacio. En un rincón de la habitación, acostado en la cama, está su hijito enfermo. El niño tiene fiebre y pide naranjas. Pero la mujer sólo puede darle agua del río, y el niño llora. Golondrina, golondrina, pequeña golondrina... ¡hazme un favor! Llévale a la mujer el rubí del puño de mi espada, ¿quieres? Yo no puedo moverme, ¿lo ves?... tengo los pies clavados en este pedestal".
"Los míos están esperándome en Egipto" contestó la golondrina. "Mis amigas ya deben estar revoloteando sobre el Nilo, y estarán charlando con los grandes lotos nubios. Y pronto irán a dormir a la tumba del gran Rey, donde se encuentra el propio faraón, en su ataúd pintado, envuelto en vendas amarillas, y embalsamado con especias olorosas. Alrededor del cuello lleva una cadena de jade verde, y sus manos son como hojas secas".
"Golondrina, golondrina, pequeña golondrina" dijo el Príncipe, "¿por qué no te quedas una noche conmigo y eres mi mensajera? ¡El niño tiene tanta sed, y su madre, la costurera, está tan triste!"
"Es que no me gustan mucho los niños" contestó la golondrina. "El verano pasado, cuando estábamos viviendo a orillas del río, había dos muchachos, hijos del molinero, y eran tan mal educados que no se cansaban de tirarme piedras. ¡Claro que no acertaban nunca! Las golondrinas volamos demasiado bien, y además yo pertenezco a una familia célebre por su rapidez; pero, de todas maneras, era una impertinencia y una grosería".
Pero la mirada del Príncipe Feliz era tan triste, que finalmente la golondrina se enterneció. "Ya está haciendo mucho frío" dijo, "pero me quedaré una noche contigo y seré tu mensajera".
"Gracias, golondrinita" dijo el Príncipe.
La golondrina arrancó entonces el gran rubí de la espada del Príncipe y, teniéndolo en el pico, voló sobre los tejados. Pasó junto a la torre de la catedral, que tenía ángeles de mármol blanco.
Pasó junto al Palacio, donde se oía música de baile y una hermosa muchacha salió al balcón con su pretendiente. " ¡Qué lindas son las estrellas" dijo el novio, "y qué maravilloso es el poder del amor!"
"Ojalá que mi traje esté listo para el baile de gala" contestó ella. "Mandé bordar en la tela unas flores de la pasión. ¡Pero las costureras son tan flojas!"
La golondrina voló sobre el río y vio las lámparas colgadas en los mástiles de los barcos. Pasó sobre el barrio de los judíos, donde vio a los viejos mercaderes hacer sus negocios y pesar monedas de oro en balanzas de cobre. Al fin llegó a la pobre casa, y se asomó por la ventana. El niño, en su cama, se agitaba de fiebre, y la madre se había dormido de cansancio. Entonces, la golondrina entró a la habitación y dejó el enorme rubí encima de la mesa, junto al dedal de la costurera.
Después revoloteó dulcemente alrededor del niño enfermo, abanicándole la frente con las alas. " ¡Qué brisa tan deliciosa!" murmuró el niño. "Debo estar mejor" y se quedó dormido deslizándose en un sueño maravilloso.
Entonces la golondrina volvió hasta donde el Príncipe Feliz y le contó lo que había hecho. " ¡Qué raro!" agregó, pero ahora casi tengo calor y sin embargo la verdad es que hace muchísimo frío.
"Es porque has hecho una obra de amor" le explicó el Príncipe. La golondrina se puso a pensar en esas palabras y pronto se quedó dormida. Siempre que pensaba mucho se quedaba dormida.
Al amanecer voló hacia el río para bañarse. "¡Qué fenómeno extraordinario!" exclamó un profesor de ornitología que pasaba por el puente. " ¡Una golondrina en pleno invierno!" Y escribió sobre el asunto una larga carta al periódico de la ciudad. Todo el mundo habló del comentario, tal vez porque contenía muchas palabras que no se entendían.
"Esta noche partiré para Egipto" se decía la golondrina y la idea la hacía sentirse muy contenta. Luego visitó todos los monumentos públicos de la ciudad y descansó largo rato en el campanario de la iglesia. Los gorriones que la veían pasar comentaban entre ellos: "¡Qué extranjera tan distinguida!". Cosa que a la golondrina la hacía feliz.
Cuando salió la luna volvió donde estaba a la estatua del Príncipe. "¿Tienes algunos encargos que darme para Egipto?" le gritó. "Voy a partir ahora".
"Golondrina, golondrina, pequeña golondrina" dijo el Príncipe, "¿no te quedarías conmigo una noche más?"
"Los míos me están esperando en Egipto" contestó la golondrina. "Mañana, mis amigas van a volar seguramente hasta la segunda catarata del Nilo. Allí, entre las cañas, duerme el hipopótamo, y sobre una gran roca de granito se levanta el Dios Memnón. Cada noche, él mira las estrellas y cuando brilla el lucero de la mañana, lanza un grito de alegría. Después se queda en silencio. Al mediodía, los leones bajan a beber a la orilla del río. Tienen los ojos verdes, y sus rugidos son más fuertes que el ruido de la catarata".
"Golondrina, golondrina, pequeña golondrina" dijo el Príncipe, "allá abajo justo al otro lado de la ciudad, hay un muchacho en una buhardilla. Está inclinado sobre una mesa llena de papeles, y a su derecha, en un vaso, unas violetas están marchitándose. Tiene el pelo largo, castaño y rizado, y sus labios son rojos como granos de granada, y tiene los ojos anchos y soñadores. Está empeñado en terminar de escribir una obra para el director del teatro, pero tiene demasiado frío. No hay fuego en la chimenea y el hambre lo tiene extenuado".
"Bueno, me quedaré otra noche aquí contigo" dijo la golondrina que de verdad tenía buen corazón. "¿Hay que llevarle otro rubí?"
"¡Ay, no tengo más rubíes!" se lamentó el Príncipe. "Sin embargo aún me quedan mis ojos. Son dos rarísimos zafiros, traídos de la India hace mil años. Sácame uno de ellos y llévaselo. Lo venderá a un joyero, comprará pan y leña y podrá terminar de escribir su obra".
"Pero mi Príncipe querido" dijo la golondrina, "eso yo no lo puedo hacer". Y se puso a llorar.
"Golondrina, golondrina, pequeña golondrina" le rogó el Príncipe, "por favor, haz lo que te pido".
Entonces la golondrina arrancó uno de los ojos del Príncipe y voló hasta la buhardilla del escritor. No era difícil entrar allí, porque había un agujero en el techo y por ahí entró la golondrina como una flecha. El joven tenía la cabeza hundida entre las manos, así que no sintió el rumor de las alas, y cuando al fin levantó los ojos, vio el hermoso zafiro encima de las violetas marchitas.
"¿Será que el público comienza a reconocerme?" se dijo "Porque esta piedra preciosa ha de habérmela enviado algún rico admirador. ¡Ahora podré acabar mi obra!" Y se le notaba muy contento.
Al día siguiente la golondrina voló hacia el puerto, se posó sobre el mástil de una gran nave y se entretuvo mirando los marineros que izaban con maromas unas enormes cajas del barco. " ¡Me voy a Egipto!" les gritó la golondrina. Pero nadie le hizo caso. Al salir la luna, la golondrina volvió hacia el Príncipe Feliz.
"Vengo a decirte adiós" le dijo.
"Golondrina, golondrina, pequeña golondrina" le dijo el Príncipe. "¿No te quedarás conmigo otra noche?"
"Ya es pleno invierno" respondió la golondrina, "y muy pronto caerá la nieve helada. En Egipto, en cambio, el sol calienta las palmeras verdes y los cocodrilos, medio hundidos en el fango, miran indolentes alrededor. Por estos días mis compañeras están construyendo sus nidos en el templo de Baalbeck, y las palomas rosadas y blancas las miran mientras se arrullan entre sí. Querido Príncipe, tengo que dejarte, pero nunca te olvidaré. La próxima primavera te traeré de Egipto dos piedras bellísimas para reemplazar las que regalaste. El rubí será más rojo que una rosa roja, y el zafiro será azul como el mar profundo".
"Allá abajo en la plaza" dijo el Príncipe Feliz, "hay una niñita que vende fósforos y cerillas. Y se le han caído los fósforos en el barro y se han echado a perder. Su padre le va a pegar si no lleva dinero a su casa y por eso ahora está llorando. No tiene zapatos ni medias, y su cabecita va sin sombrero. Arranca mi otro ojo y llévaselo, así su padre no le pegará".
"Pasaré otra noche contigo" dijo la golondrina, "pero no puedo arrancarte el otro ojo. Te vas a quedar ciego".
"Golondrina, golondrina, pequeña golondrina" le rogó el Príncipe, "haz lo que te pido, te lo suplico".
La golondrina entonces extrajo el otro ojo del Príncipe y se echó a volar. Se posó sobre el hombro de la niña y deslizó la joya en sus manos. " ¡Qué bonito pedazo de vidrio!" exclamó la niña, y corrió riendo hacia su casa.
Después la golondrina regresó hasta donde estaba el Príncipe. "Ahora que estás ciego" le dijo, "voy a quedarme a tu lado para siempre".
"No, golondrinita" dijo el pobre Príncipe. "Ahora tienes que irte a Egipto".
"Me quedaré a tu lado para siempre" repitió la golondrina, durmiéndose entre los pies de la estatua.
Al otro día ella se posó en el hombro del Príncipe para contarle las cosas que había visto en los extraños países que visitaba durante sus migraciones. Le describió los ibis rojos, que se posan en largas filas a orillas del Nilo y pescan peces dorados con sus picos; le habló de la esfinge, que es tan vieja como el mundo, y vive en el desierto, y lo sabe todo; le contó de los mercaderes que caminan lentamente al lado de sus camellos y llevan en sus manos rosarios de ámbar; le contó del Rey de las Montañas de la Luna, que es negro como el ébano y adora un gran cristal; le refirió acerca de la gran serpiente verde que duerme en una palmera y veinte sacerdotes la alimentan con pasteles de miel; y le contó también de los pigmeos que navegan sobre un gran lago en anchas hojas lisas y que siempre están en guerra con las mariposas.
"Querida golondrina" dijo el Príncipe, "me cuentas cosas maravillosas, pero es más maravilloso todavía lo que pueden sufrir los hombres. No hay misterio más grande que la miseria. Vuela sobre mi ciudad, y vuelve a contarme todo lo que veas".
Entonces la golondrina voló sobre la gran ciudad, y vio a los ricos que se regocijaban en sus soberbios palacios, mientras los mendigos se sentaban a sus puertas. Voló por las callejuelas sombrías, y vio los rostros pálidos de los niños que mueren de hambre, mientras miran con indiferencia las calles oscuras. Bajo los arcos de un puente había dos muchachos acurrucados, uno en los brazos del otro para darse calor. " ¡Qué hambre tenemos!" decían. " ¡Fuera de ahí!" les gritó un guardia, y los muchachos tuvieron que levantarse, y alejarse caminando bajo la lluvia.
Entonces la golondrina volvió donde el Príncipe, y le contó lo que había visto.
"Mi estatua esta recubierta de oro fino" le indicó el Príncipe; "sácalo lámina por lámina, y llévaselo a los pobres. Los hombres siempre creen que el oro podrá darles la felicidad".
Así, lámina a lámina, la golondrina fue sacando el oro, hasta que el Príncipe quedó oscuro. Y lámina a lámina fue distribuyendo el oro fino entre los pobres, y los rostros de algunos niños se pusieron sonrosados, y riendo jugaron por las calles de la ciudad. "¡Ya, ahora tenemos pan!" gritaban.
Llegó la nieve, y después de la nieve llegó el hielo. Las calles brillaban de escarcha y parecían ríos de plata. Los carámbanos, como puñales, colgaban de las casas. Todo el mundo se cubría con pieles y los niños llevaban gorros rojos y patinaban sobre el río.
La pequeña golondrina tenía cada vez más frío pero no quería abandonar al Príncipe, lo quería demasiado. Vivía de las migajas del panadero, y trataba de abrigarse batiendo sus alitas sin cesar.
Una tarde comprendió que iba a morir, pero aún encontró fuerzas para volar hasta el hombro del Príncipe. " ¡Adiós, mi querido Príncipe!" le murmuró al oído. "¿Me dejas que te bese la mano?"
"Me alegro que por fin te vayas a Egipto, golondrinita" le dijo el Príncipe. "Has pasado aquí demasiado tiempo. Pero no me beses en la mano, bésame en los labios porque te quiero mucho".
"No es a Egipto donde voy" repuso la golondrina. "Voy a la casa de la muerte. La muerte es hermana del sueño, ¿verdad?"
El avecita besó al Príncipe Feliz en los labios y cayó muerta a sus pies.
En ese mismo instante se escuchó un crujido ronco en el interior de la estatua, fue un ruido singular como si algo se hubiese hecho trizas. El caso es que el corazón de plomo se había partido en dos. Ciertamente hacía un frío terrible. A la mañana siguiente, el alcalde se paseaba por la plaza con algunos de los regidores de la ciudad. Al pasar junto a la columna levantó los ojos para admirar la estatua. " ¡Pero qué es esto!" dijo "¡El Príncipe Feliz parece ahora un desharrapado!"
"¡Completamente desharrapado!" reiteraron los regidores; y subieron todos a examinarlo.
"El rubí de la espada se le ha caído, los ojos desaparecieron y ya no es dorado" dijo el alcalde. "En una palabra se ha transformado en un verdadero mendigo".
"¡Un verdadero mendigo!" repitieron los regidores.
"Y hay un pájaro muerto entre sus pies" siguió el alcalde. "Será necesario promulgar un decreto municipal que prohíba a los pájaros venirse a morir aquí". El secretario municipal tomó nota dejando constancia de la idea.
Entonces mandaron derribar la estatua del Príncipe Feliz. "Como ya no es hermoso, no sirve para nada" explicó el profesor de Estética de la Universidad.
Entonces fundieron la estatua, y el Alcalde reunió al Municipio para decidir que harían con el metal. "Podemos" propuso, "hacer otra estatua. La mía, por ejemplo".
"Claro, la mía" dijeron los regidores cada uno a su vez. Y se pusieron a discutir. La última vez que supe de ellos seguían discutiendo.
"¡Qué cosa más rara!" dijo el encargado de la fundición. "Este corazón de plomo no quiere fundirse; habrá que airarlo a la basura". Y lo tiraron al basurero donde también yacía el cuerpo de la golondrina muerta.
"Tráeme las dos cosas más hermosas que encuentres en esa ciudad" dijo Dios a uno de sus ángeles. Y el ángel le llevó el corazón de plomo y el pájaro muerto.
"Has elegido bien" sonrió Dios, "porque en mi jardín del Paraíso esta avecilla cantará eternamente, y el Príncipe Feliz me alabará para siempre en mi Áurea Ciudad".

sábado, 18 de octubre de 2014

ARGO, de Ben Affleck, mañana domingo 18 de octubre, a las 22:10 en Antena 3. Buen plan


Título original: Argo
Año: 2012
País: Estados Unidos
Director: Ben Affleck
Guión: Chris Terrio
Música: Alexandre Desplat
Fotografía: Rodrigo Prieto

Sinopsis
Irán, año 1979. Cuando la embajada de los Estados Unidos en Teherán es ocupada por seguidores del Ayatolá Jomeini para pedir la extradición del Sha de Persia, la CIA y el gobierno canadiense organizaron una operación para rescatar a seis diplomáticos estadounidenses que se habían refugiado en la casa del embajador de Canadá. Con este fin se recurrió a un experto en rescatar rehenes y se preparó el escenario para el rodaje de una película de ciencia-ficción, de título "Argo", en la que participaba un equipo de cazatalentos de Hollywood. La misión: ir a Teherán y hacer pasar a los diplomáticos por un equipo de filmación canadiense para traerlos de vuelta a casa. (FILMAFFINITY)


Para entender mejor el contexto:
Asalto a la embajada norteamericana en noviembre de 1979
Las reformas modernizadoras emprendidas por el Sha Reza Pahlevi en el marco de una dictadura corrupta y bajo una fuerte influencia norteamericana engendraron un importante descontento social, prontamente encauzado por el clero chiíta.
Pese a la brutal represión de las fuerzas policiales, largos meses de protestas desencadenaron la huida del Sha y el fracaso del intento de mantener un régimen pro-occidental bajo el primer ministro Bajtiar. El Ayatollah Jomeini retornó desde su exilio francés el 1 de febrero de 1979 en medio de enormes manifestaciones.
El 1 de abril tras una abrumadora victoria en un referéndum, Jomeini proclamó la República Islámica a la que pronto se dotó con una Constitución que reflejaba los ideales de gobierno islámico. Inmediatamente se tomaron medidas fundamentalistas y comités revolucionarios patrullaron las calles para obligar a cumplir los códigos de comportamiento y vestido. Mientras el régimen trataba de borrar cualquier vestigio de influencia occidental.
El sentimiento antiamericano se desbordó el 4 de noviembre de 1979 con el asalto por estudiantes islámicos de la embajada de EE.UU. Cincuenta y dos súbditos norteamericanos fueron mantenidos como rehenes hasta el 20 de enero de 1981. El nuevo Irán islámico se enfrentaba directamente con las dos superpotencias.
Los primeros años del gobierno revolucionarios se caracterizaron por la virtual eliminación de toda la oposición política en el marco de una represión brutal. El estallido de la guerra con Irak en septiembre de 1980, tras la agresión del régimen de Saddam Hussein, supuso una verdadera tragedia para ambos pueblos y fortaleció aún más la dictadura de los clérigos chiítas.
El fin por extenuación de la guerra en 1988 y la muerte de Jomeini en 1989 abrieron una nueva etapa en la historia del Irán islámico.
Sha Reza Palevi 
Ayatollah Jomeini
La Revolución Islámica en Irán
La Revolución islámica, que en 1979 supuso el final del régimen del sha y estableció un nuevo régimen en Irán, fue un acontecimiento inédito y sorprendente en la Historia del siglo XX. En primer lugar, verdaderamente fue una revolución, en el sentido de un movimiento subversivo popular que fue capaz de derribar un régimen establecido, a diferencia de tantos golpes militares que, en naciones subdesarrolladas o semidesarrolladas, tuvieron un resultado semejante pero sin la participación de las masas ni consecuencias tan radicales. Por otro lado, fue la primera ocasión en que el uso político del Islam desempeñó un papel absolutamente primordial y aun exclusivo superando con mucho al que pudo tener en otro tiempo el nacionalismo de los países que habían superado el colonialismo.
Para entender lo acontecido en ese momento es necesario partir de algunas explicaciones previas. El chiismo es, ante todo, un legitimismo que juzga que la comunidad de los creyentes en el Islam sólo puede ser dirigida por los descendientes del profeta. Sin embargo, también en otro aspecto, los chiítas difieren de los sunnitas, la otra gran tendencia en el seno de unas mismas creencias. Para éstos el sucesor de Mahoma lo representa en su calidad política de jefe de la comunidad mientras que para los chiítas lo debe suceder en su autoridad religiosa, incluso prolongando la misión profética de Mahoma. Para el chiismo es obligada la necesidad de presencia de los "hombres de religión" en la vida política: aunque en el Islam no exista un clero son los versados en teología o ciencias sagradas quienes tienen que cumplir una misión de supervisión controlando e inspirando al menos la vida pública. Para los sunnitas, en cambio, las autoridades religiosas nacidas de la política desempeñan un papel conformista y de sumisión al orden establecido. El chiismo, convertido en fórmula religiosa en Irán desde el siglo XV, constituye, dados sus planteamientos, un potencial contrapoder frente al mundo oficial. Eso no excluyó que la Monarquía iraní pretendiera desde los años veinte una laicización, semejante a la producida en la Turquía de Kemal Attaturk, y, al mismo tiempo, una alianza. En tiempos de Mohamed Reza Pahlevi la laicización prosiguió pero siempre manteniendo una personal vinculación religiosa del monarca que así procuraba de forma indirecta la estabilidad del país y la propia.
Se puede decir, además, que el éxito de la Revolución islámica que derrocó al sha estuvo en su propio origen. Desde 1963 puso en marcha una llamada "revolución blanca" que supuso la redistribución de las tierras (un tercio era del clero), la nacionalización de los bosques, la participación de los asalariados en los beneficios de la empresa y la liberación de la mujer, incluyendo la concesión del voto. La clave de esta "revolución" fue la redistribución de la tierra y, por tanto, enfrentarse con los religiosos: en 1964 fue expulsado Jomeini por su actitud opositora. Pero, además, la aplicación de la reforma causó inmediatos problemas, en especial cuando al propósito inicial le sucedió una voluntad de crear grandes explotaciones de tipo agro-industrial a partir de 1968. La elevación de los precios de los productos petrolíferos significó quintuplicar el PIB iraní en 1972-1977 y permitió al sha, en pleno optimismo, lanzarse a un proceso de modernización desbocado pero también megalómano pues pretendía convertir a Irán en quinta potencia mundial en tan sólo un cuarto de siglo. Así se explica que Irán encargara centrales nucleares o que viviera de forma creciente de las importaciones de productos extranjeros. Mientras tanto, la sociedad sufría una profunda conmoción; la riqueza derivada del petróleo se repartió muy mal y, sobre todo, se demostró efímera puesto que la inflación, provocada por la gigantesca inyección de capitales, acabó por deglutirla. Además, la introducción de modas y de formas de vida occidentales produjo un cambio importante en la sociedad iraní que, sin embargo, no llegó a ser completo. El sha acabó perdiendo, en estas condiciones, cualquier legitimidad. No tenía la tradicional pues se había enfrentado con los religiosos chiítas pero tampoco la nacional y patriótica puesto que durante la Segunda Guerra Mundial y también en el período de Mossadegh había estado demasiado implicado con los occidentales; tampoco adquirió la democrática y perdió la derivada de la prosperidad aunque durante algún tiempo pudo parecer que ése era su mejor activo.
En realidad, sólo le quedó el apoyo del Ejército pero esto parecía suficiente hasta tal punto que tan sólo unos meses antes de la caída del régimen nadie podía pensar que estuviera condenado a desaparecer. La Monarquía había celebrado en 1967 el 2.500 aniversario del Imperio persa dotándose de un prestigio de la antigüedad más remota. Mantuvo un partido único durante mucho tiempo, a pesar de que una parte de los no permitidos eran compatibles con la forma monárquica tradicional. Cuando inició a partir de 1976 una liberalización fue demasiado rápida, contradictoria e incoherente. En agosto de 1978 se radicalizó este proceso pero en noviembre un militar era designado como primer ministro para detenerlo. A mediados de enero de 1979 pareció haberse iniciado un proceso hacia una Monarquía constitucional cuando ya lo escaso del tiempo hacía pensar que se podía descarrilar en ese camino. Muy pronto se demostró que así iba a suceder: las masivas manifestaciones públicas lo dejaron claro. Al final, el sha abandonó Irán confiando el Gobierno a un dirigente en teoría occidentalista y socialdemócrata, Chapur Bakhtiar, cuyo poder se volatilizó en apenas diez días; entonces, sin embargo, los propósitos del sha parecieron sinceros puesto que llegó a abandonar el país. El 11 de febrero de 1979, después de dos días enteros de motines y combates, la población sublevada junto con militares y guerrilleros favorables tomó por completo Teherán. Dos años antes, sin embargo, no existía ninguna fuerza de oposición organizada en Irán.
El vencedor no fue ni la subversión de izquierdas ni ningún movimiento nacionalista ni tampoco los partidarios de la democratización. Un incidente sin importancia, un artículo contra Jomeini, tuvo como consecuencia la aparición de los elementos religiosos en la lucha política. En septiembre de 1978 se había proclamado la ley marcial en la mayor parte de las ciudades iraníes pero el Ejército, que fue la esperanza de un sector de la Administración norteamericana -el consejero de seguridad Brzezinski- se demostró incapaz de proponer cualquier tipo de programa político. A comienzos de febrero de 1979 llegó Jomeini y pronto dejó claro que lo de menos, para él, era derribar la Monarquía pues los propósitos de los sublevados debían ser crear una república de inspiración divina.
La contestación contra el sha fue exclusivamente urbana y espontánea más que organizada. En un principio, el propio Jomeini no tuvo inconveniente en que se hiciera cargo del Gobierno Bazargan, representante del nacionalismo liberal. Tres grandes grupos podían, en efecto, considerarse como triunfantes como consecuencia de la revolución: los liberales, intelectuales occidentalizados y socialdemócratas que estaban emparentados con la herencia de Mossadeqh, los izquierdistas, pertenecientes al Partido Comunista Tudeh o a grupos más radicales y, en fin, los religiosos chiítas. De todos ellos, fue el tercero el que predominó, aunque el primero ocupara un poder restringido a tan sólo la ordinaria administración o la gestión económica. Por otro lado, en algún momento dio la sensación de que en el contexto de una estrategia mundial la Revolución islámica podía favorecer los intereses de la URSS; muchos izquierdistas occidentales la juzgaron progresista. Muy pronto, sin embargo, se prohibieron las huelgas por cualquier tipo de causas, en otro tiempo promovidas por los izquierdistas, la URSS fue designada como "pequeño Satán" por Jomeini (el "gran Satán" serían los Estados Unidos) y, en vez de encargar la redacción de una nueva Constitución a una Asamblea constituyente, se decidió que la llevara a cabo una reunión de expertos islámicos, la mayor parte de ellos muy próximos al Partido de la Revolución Islámica, que los seguidores del líder espiritual organizaron después de la expulsión del sha. En otoño se había producido ya la desaparición de cualquier signo de liberalismo y en este ambiente se produjo la ocupación de la Embajada norteamericana por los estudiantes islámicos y el secuestro de un puñado de personas de esta nacionalidad ante la impotencia del Gobierno Carter (diciembre de 1979). Después de la desaparición de Bazargan fue el Consejo de la Revolución quien se hizo cargo de los asuntos corrientes de Administración sin que existiera una efectiva presidencia del Gobierno. La nueva Constitución señaló en su prólogo como objetivo del Irán "la expansión de la soberanía divina en el mundo". Irán se alineó con entusiasmo al lado de la causa palestina y Arafat visitó el país ya en 1979.
En enero de 1980 Bani Sadr, un liberal, fue elegido como presidente pero en las elecciones posteriores ganó el Partido de la Revolución Islámica y de hecho se produjo una absoluta dualidad de poderes que tuvo como consecuencia que la más radical confusión se instalara en la política iraní. Hay que tener en cuenta que las propias características del chiismo contribuían de forma poderosa a provocar un insureccionalismo de cualquier sector que se inspirara en un profeta religioso. Además, la invasión por parte de Irak en septiembre de 1980 tuvo como consecuencia que el sector más integrista de la revolución acrecentara poderosamente su influencia. Al final, en junio de 1981, Bani Sadr fue destituido, como lo había sido Bazargan, pero la inestabilidad persistió: su sucesor fue objeto de un atentado mortal mientras que también hubo otros que causaron un elevado número de víctimas. Sólo a finales de 1982 Jomeini criticó los excesos cometidos por algunos de los guardianes de la revolución como si quisiera conducir a la revolución hacia un cierto orden. En mayo de 1983 hubo dos mil detenciones de miembros del Partido prosoviético Tudeh y una ruptura de relaciones con los países de este área ideológica de modo que la ortodoxia revolucionaria se centró tan sólo en los integristas.
Conviene resumir brevemente cómo se tradujo su victoria. Los "hombres religiosos", unas 150.000-200.000 personas, siempre han tenido en Irán un papel que supera el estrictamente religioso pero en los últimos tiempos su papel creció de forma muy considerable: encuadraron la población, dirigieron bancos, ejercieron como poder judicial y llevaron a cabo buena parte de la asistencia social. Desde la revolución el papel de los sindicatos desapareció. La clase obrera era de formación reciente: en 1976 aún el 34% de la población activa estaba dedicada a la agricultura. El medio campesino y rural no participó en la revolución ni dio tampoco la sensación de que se había alejado del régimen monárquico. La mujer, en cambio, participó en la revolución de un modo y en una proporción desmesurada hasta el punto de que un 20% de los prisioneros en las cárceles del sha eran mujeres. En marzo de 1979 se declaró obligatorio el velo. Según Jomeini, la mujer debía ocultar al hombre, e incluso a los jóvenes impúberes, su cabellera y su cuerpo. De hecho, el Corán parte de la superioridad biológica del hombre sobre la mujer. Jomeini afirmaba que uno de los motivos de felicidad del hombre es que sus hijas tengan las primeras reglas ya en casa de su marido.
En el terreno económico la revolución tuvo una primera etapa muy socializadora: nacionalización de los bancos, seguros, sectores industriales, etc., en gran parte motivada por el deseo de controlar la situación económica, pero a partir de 1982 se produjo una cierta normalización. Al mismo tiempo, resultaba manifiesta la dependencia de la Hacienda pública del petróleo hasta el punto de que en los años ochenta producía el 80% de los ingresos. El resto de las exportaciones descendió a unos niveles prácticamente despreciables. La Revolución islámica acabó por poner en marcha una parte de las propuestas industriales de la época del sha, como la construcción de acerías y centrales nucleares, esto último mucho más discutible que lo primero.
Jomeini había criticado la actitud de las autoridades turcas prohibiendo el uso del velo en la Universidad, lo que indica una voluntad de convertirse en una especie de inspirador de la pureza islamista en el conjunto del mundo. Sin embargo, la persecución al escritor Salman Rushdie no se originó en Irán sino, por el contrario en Bradford, una población británica en la que la población pakistaní era muy numerosa. Sólo el hecho de que la protesta se hubiera iniciado provocó la condena a muerte por parte de las autoridades iraníes. En junio de 1989 murió Jomeini dejando una herencia importante a la Humanidad de la que, a pesar del tiempo transcurrido, todavía no se ha librado.

miércoles, 15 de octubre de 2014

APROVECHEMOS.......


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lunes, 6 de octubre de 2014

Little Miss Sunshine, de Jonathan Dayton y Valerie Faris. Comenzamos mañana 8 de octubre a comentarla en MAE. Real como la vida misma.

Título original: Little Miss Sunshine
Año: 2006
Duración: 101 min.
País: Estados Unidos
Guión: Michael Arndt
Música: Mychael Danna, Devotchka
Fotografía: Tim Suhrstedt
Sinopsis
Los Hoover son una familia muy peculiar: el abuelo esnifa cocaína y suelta palabrotas, el padre fracasa estrepitosamente dando cursos para alcanzar el éxito, la madre no da abasto, el tío se está recuperando de un suicidio frustrado tras ser abandonado por su novio, el hijo adolescente lee a Nietzsche y guarda un mutismo absoluto. Y Olive, la hija pequeña, una niña gafotas y más bien gordita, quiere ser una reina de la belleza. Cuando, gracias a un golpe de suerte, la invitan a participar en el concurso de 'Pequeña Miss Sunshine, en California, la acompaña toda la familia. Hacinados en una destartalada furgoneta Volkswagen, se dirigen hacia el Oeste en un trágicómico periplo de tres días lleno de inesperadas sorpresas. El debut de Olive será el detonante de un cambio profundo en esta familia de inadaptados. (FILMAFFINITY)


LECTURAS PARA 3º Y 4º

            

LECTURAS PARA 3º Y 4º. (CONTINUACIÓN

Curso 2014-15
GUIÓN BASE para la elaboración de los
TRABAJOS de  LIBROS  y PELÍCULAS

Pasos a seguir con la OBRA:
o   Lectura / Visionado
o   Resumen: (líneas generales, ¿dónde, cuándo, quién, qué,…? no más de medio folio).
o   Análisis de los personajes principales y secundarios. (descripción física y psicológica)

Datos y trabajo a realizar sobre el AUTOR/A, DIRECTOR/A:
o   Biografía: Vida del autor/director. (breve)
o   Bibliografía /Filmografía: Otras obras del mismo autor/a y  su fecha de creación.
o   Contexto histórico-geográfico: Lugar y momento en el que vivió el autor y realizó la obra.
o   Opinión personal: Después de haber leído/visto la obra y  con los datos recogidos, intentar valorarla  desde nuestro punto de vista. Huir de copiar críticas expertas, aunque se puede leer lo que opinan otras personas. Pero no olvidar que el valor de este apartado está en que sea lo sea lo más personal posible.

PRESENTACIÓN DEL TRABAJO:  Como mínimo tiene que constar de:
o   Portada: Identificando  el nombre de la obra trabajada, de su autor, del alumn@ que lo ha realizado, y de la asignatura y profesor/a a la que va dirigido.
o   Índice, que puede estar situado al principio o al final del trabajo.
o    Del autor / director:
1.      Biografía.
2.    Bibliografía / Filmografía
3.     Contexto histórico-geográfico
o   De la obra (libro/película):
1.      Resumen
2.    Personajes (principales, secundarios, y características)
3.     Opinión personal y Crítica
o   Bibliografía consultada (libros, revistas, páginas de Internet…) para la elaboración del trabajo. Es muy importante adjuntarla.
Los trabajos se pueden enseñar antes de la fecha final de entrega para poder rectificar o ampliar.
A partir del último día de entrega la nota se reducirá un 25% cada día de retraso.
Se valorará la limpieza, el cuidado, la originalidad en la elaboración un 25% aproximadamente. El resto será para el contenido.
Los trabajos no entregados durante una evaluación, quedarán pendientes para poderla aprobar.
En junio se pasará la relación de trabajos obligatorios que no se hayan entregado y que serán imprescindible presentar para recuperar en septiembre. 


Cubierta

                    

                       

Pulsando sobre los siguientes, podemos ver algún capítulo en PDF

                 


         


 

sábado, 4 de octubre de 2014

Domingo 5 a las 21:45 en Telemadrid. También de Clint Eastwood

US 2008
Título original:  Gran Torino
Director: Clint Eastwood
Intérpretes: John Carroll Lynch, William Hill, Brian Howe, John Carroll, Ahney Her, Dreama Walker, Clint Eastwood, Bee Vang, Christopher Carley, Brian Haley, Geraldine Hughes
Guión: Nick Schenk, Dave Johannson
Música: Kyle Eastwood, Michael Stevens
Director de fotografía: Tom Sternberg

Sinopsis

Walt Kowalski (Clint Eastwood), un veterano de la guerra de Corea (1950-1953), es un obrero jubilado del sector del automóvil que ha enviudado recientemente. Su máxima pasión es cuidar de su más preciado tesoro: un coche Gran Torino de 1972. Es un hombre inflexible y cascarrabias, al que le cuesta trabajo asimilar los cambios que se producen a su alrededor, especialmente la llegada de multitud de inmigrantes asiáticos a su barrio. Sin embargo, las circustancias harán que se vea obligado a replantearse sus ideas. (FILMAFFINITY)


viernes, 3 de octubre de 2014

Esta noche, a las 22:10, de lo mejor de Clint Eastwood: MYSTIC RIVER

US 2003
Título original: Mystic River
Director: Clint Eastwood
Intérpretes: Tom Guiry, Sean Penn, Kevin Chapman, Laura Linney, Laurence Fishburne, Kevin Bacon, Marcia Gay Harden, Tim Robbins
Guión: Brian Helgeland
Música: Clint Eastwood
Director de fotografía: Tom Stern
Producción: Robert Lorenz, Judie Hoyt, Clint Eastwood

Sinopsis
Cuando Jimmy Markum (Sean Penn), Dave Boyle (Tim Robbins) y Sean Devine (Kevin Bacon) eran unos niños que crecían juntos en un peligroso barrio obrero de Boston, pasaban los días jugando al hockey en la calle. Pero, un día, a Dave le ocurrió algo que marcó para siempre su vida y la de sus amigos. Veinticinco años más tarde, otra tragedia los vuelve a unir: el asesinato de Katie (Emmy Rossum), la hija de 19 años de Jimmy. A Sean, que es policía, le asignan el caso; pero también tiene que estar muy pendiente de Jimmy porque, en su desesperación, está intentando tomarse la justicia por su mano. (FILMAFFINITY)